martes, 6 de diciembre de 2011

Recuperemos lo que queda

El Campanario que ya no se verá, quedara detras de un edificio demasiado alto.

Jardin de la Casa Parroquial de La Iglesia Santa Maria del Carmen, patrimonio perdido y olvidado. foto de Tina Nielsen

La Rambla, patrimonio perdido, aun existe su base.
La Juanita en Av 59 y 26, patrimonio demolido.
Molino en Av 59 en vias de recuperación.





En el Anuario de Ecos Diario de 1936

Demoliciones en la década del 70

También mencionaremos el destino del patrimonio reciente o el estado reciente del patrimonio. El Parque Miguel Lillo, surgido por la mano del hombre a partir de su expropiación a la familia Díaz Vélez y que debe su existencia al Ing. Edgard Gatti, al igual que gran parte del paisaje verde de la ciudad que nació en su vivero Dunícola, constituye el área patrimonial de valor simbólico, cultural y ambiental más importante de la ciudad. En su interior ubicamos el Complejo Casino, el área lúdica, escenario del “Festival Infantil” y el Area Museológica más importante de la Ciudad.

Desde 1970 en adelante se produjeron la mayor cantidad de demoliciones de edificios patrimoniales, entre los que ya hemos mencionado, la Rambla, las Casonas y el primer Palacio Municipal, como también las intervenciones y reciclados de dudosa calidad en varias esquinas céntricas.

Recuperar lo recuperable

Un nuevo fenómeno urbano ha surgido actualmente a partir del crecimiento de las ciudades a nivel mundial y Necochea no ha sido ajena a esta extensión territorial producida por cambios en la modalidad de su uso, la cual ha producido la descentralización en focos menores, autónomos, creadores de nuevas referencias e identidades.

De este modo, el surgimiento y crecimiento de nuevas identidades a partir de nuevos centros alejados del centro tradicional, ha permitido distraer la atención del área central de indudable valor histórico y sitio de confluencia socio–cultural de una comunidad, que lo reconoce como “centro viejo o centro histórico de Necochea”. Así se ha producido una crisis de centralidad que ha afectado su acervo constructivo de valor patrimonial y “esta crisis, es una crisis de protagonismo, no de existencia”

Actualmente, con una legislación que existe pero que no se hace cumplir, el patrimonio necochense sigue perdiendo inmuebles o sitios de valor debido a la importante inversión inmobiliaria existente en el centro histórico de Necochea especialmente. La construcción compulsiva basada en la demolición de antiguos edificios se refleja en la plaza fundacional donde ya se han proyectado y comienzan a erigirse los tan mencionados edificios en altura que rompen la escala original de los pueblos del interior sin mejorar el paisaje urbano.

El área de “antigua centralidad” no ha dejado de existir a pesar de su deterioro ambiental y de su paisaje urbano alterado. Si bien su categoría urbana se resiste a delimitaciones precisas del espacio, se reconoce por ciertos caracteres de acumulación histórica, por ciertas huellas de una pasada concentración de actividades, una cierta continuidad en la intensidad de uso y flujos circulatorios y una significación histórico cultural a pesar de los efectos negativos que sufre, por la contaminación visual, el deterioro del patrimonio histórico y edilicio y la degradación del paisaje natural en el espacio público.

Así, en la plaza principal Dardo Rocha, dado su carácter de centralidad primaria en el lugar privilegiado de la memoria, quedan ciertas marcas del asentamiento primitivo, aloja un patrimonio propio que proviene de los albores de la fundación y concentra los valores históricos, sociales, simbólicos, como la referencia más estable de la ciudad que se expande.

Creemos que ésta área central “es el espacio público plurisignificante con potencial de progreso agregado por sus posibilidades infraestructurales y simbólicas para tensar las posibilidades de generación de una urbanidad contemporánea, sobre todo, el lugar oportuno para un despliegue de una política de la memoria”, según la definición de Javier Fedele.

Recentrar la centralidad de la plaza requiere la puesta en marcha de nuevos mecanismos de planificación, en función de un proyecto integral de reordenamiento de los distintos centros, requiere proyectos que redefinan con criterios nuevos los viejos mensajes de la estructura preexistente, y por último, requiere de creativas acciones para reinsertar los edificios históricos en la actual dinámica de la ciudad, generando un orden y equilibrio estable entre lo público y lo privado, el peatón y el automóvil, lo verde y lo construido, tradición y modernidad.

En este contexto, tal vez sea muy ambicioso rescatar la antigua vitalidad y calidad del área central, pero sí sería apropiado frenar su proceso de degradación y alteración.

Las áreas patrimoniales reconocidas, debatidas, intervenidas, degradadas, de alto impacto estético y ambiental, han concentrado la lectura más atenta de todos los actores de la ciudad. En este patrimonio las decisiones de intervención, no deberían ser decisiones privadas, ni especializadas, ni especulativas, ni políticas; estas decisiones deberían ser participativas y con el consenso general de toda la comunidad.

“Sólo así será posible “recuperar lo recuperable”: la memoria colectiva de nuestra historia, a partir de la conservación del patrimonio urbano – arquitectónico heredado”

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